Lo hecho
Uno a cada
lado de la mesa, midiendo sus fuerzas como dos pugilistas. Una alfombra verde,
mullida, bajo sus pies. Banquetas altas. El sol entrando a torrentes por la
ventana abierta. El escote de ella, entregando sus delicias. La bata de él,
escondiendo el aroma del perfume, no menos culpable que ellos. Pies descalzos
acurrucándose.
-No podemos.
-No debemos.
Sentados
frente a frente. Y ambos, frente al destino. Silencio. Alguna lágrima en un
rostro, arrastrando rímel. Distancia y proximidad. Latidos tamborileando a dos
ritmos disímiles. Dos pares de ojos mirándose. Dos cerebros pensándose entre
sí. Recuerdos de una pasión nacida anoche, y amanecida esta mañana, junto al
sol.
-¿Qué pensás?
- Si no
tuviera escrúpulos te lo diría. O si fuera el que fui anoche.
Los pechos,
agitados, sin tocarse. La mesa, un océano tendido entre dos islas.
-
¿Qué vamos a hacer?
-
Se lo decimos.
-
¿Decirle qué?
-
Esto. ¿Te parece poco?
-
No. Me parece cruel.
La puerta de
entrada. Una llave girando en la cerradura. El dueño de casa regresando,
cansado. Su esposa y su hermano, en la mesa. Esperándolo.
-
Llegué.
En su cabeza, la imagen acogedora de una cama. Ahora, ajena a su piel.
-
Acá, Fede. En la cocina. Está Javier. Tenemos que
hablar los tres.
Voces. Gritos. Llanto. Golpes.
Y un cuerpo cayendo sobre el parquet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario