viernes, 15 de febrero de 2013


Lo hecho
Uno a cada lado de la mesa, midiendo sus fuerzas como dos pugilistas. Una alfombra verde, mullida, bajo sus pies. Banquetas altas. El sol entrando a torrentes por la ventana abierta. El escote de ella, entregando sus delicias. La bata de él, escondiendo el aroma del perfume, no menos culpable que ellos. Pies descalzos acurrucándose.
-No podemos.
-No debemos.
Sentados frente a frente. Y ambos, frente al destino. Silencio. Alguna lágrima en un rostro, arrastrando rímel. Distancia y proximidad. Latidos tamborileando a dos ritmos disímiles. Dos pares de ojos mirándose. Dos cerebros pensándose entre sí. Recuerdos de una pasión nacida anoche, y amanecida esta mañana, junto al sol.
-¿Qué pensás?
- Si no tuviera escrúpulos te lo diría. O si fuera el que fui anoche.
Los pechos, agitados, sin tocarse. La mesa, un océano tendido entre dos islas.
-         ¿Qué vamos a hacer?
-         Se lo decimos.
-         ¿Decirle qué?
-         Esto. ¿Te parece poco?
-         No. Me parece cruel.
La puerta de entrada. Una llave girando en la cerradura. El dueño de casa regresando, cansado. Su esposa y su hermano, en la mesa. Esperándolo.
-         Llegué.
En su cabeza, la imagen acogedora de una cama. Ahora, ajena a su piel.
-         Acá, Fede. En la cocina. Está Javier. Tenemos que hablar los tres.
Voces. Gritos. Llanto. Golpes.
Y un cuerpo cayendo sobre el parquet.

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